En la profundidad del Tiempo

Fallecí creyendo en ti, en la espera de tu amor y ahora estoy amarga, gris, marchita, arrumbada. Morí como lo hace una rosa en pacto del amor, guardada entre las páginas de un libro para conservarla mejor. Pero así no sirve el amor; el amor busca colores y bocas puras de donde colgarse, te buscó a ti pero me engañó a mí.
Y aún así, esondida en un libro de ilusiones, sueños y letras te esperé, inyectada en dolor de tu ausencia, una ausencia que perdurará siempre. Y yo creyendo en cuentos de hadas, en aquél que guardaste la rosa de nuestro amor, la alimentabas de palabras hermosas, caricias a sus pétalos que jamás imaginó sentir, lágrimas de amor y alegría, besos eternos…
¡Pero qué ingenua! me has de llamar; ir creyendo en cuentos que nunca existiran. Pero entre penumbra y tus efímeros brazos, aún soy capaz de decir que te amo.
Y sí, tengo corazón… un corazón partido y que desde hace unas noches llora por ti, porque no estas. Porque tu maldita ausencia se marca en mi piel, en mis labios secos, en mis ojos tristes. Sólo partiré, con este amor indeciso, con la duda que tuve cuando me atreví a amarte, callé porque quise creer pero ahora el tiempo ahorca; ya lo hizo conmigo, me golpea la espalda con la verdad… mi duda… ¿Quién eres en realidad?
Sin saberlo pude amarte, porque tu amor me protegió pero aún así cae la mentira, entre amor y maravillas.
Algo a medias no es más verdad que mentira, es mentira aunque me jures amar.
Te ruego no me dejes romper, solo un suave viento y caeré a los mares de desesperación, de la realidad, que no fuiste más que el sueño de mis noches, las alucinaciones de mi sed en el día.
Y me aferro a ti, aunque el dolor me evapore la piel, pero quiero la verdad, de tus labios, de tu voz que solo imagino.
Y esperaré hasta después de mi muerte, marchita, seca… si tal vez aún me amas, solo con un retrato tuyo… acurrucado en mi pecho. Si tal vez, el retrato es tuyo.