Tengo mi cuerpo como un templo precioso, prohibido ante los ojos del mundo y las manos de tu ser. Lo ves andar, moverse de aquí, allá. No puedes tocar aún, solo imaginar lo que harás, imaginar la forma en que quitarás cada prenda cubriendo mi piel.
Recuerda que tu corazón esta ocupado, pero tu cuerpo anhela cumplir sus pecados, su deseo de terminar explotando ajeno a tus sentimientos.
Me he de convertir en la tentación de tu mente por un tiempo limitado, peculiar arrebato de locura que tal vez, te permita culminar.
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