Soy tan pero tan predecible, que podría empezar a no quejarme, a no escribir una tontería tras otra porque sé como terminará la historia. Respondió a mis mensajes del viernes por la noche, la noche del sábado (disculpe la redundancia).
— Y estarás muy enojada como para jugar hoy?
— Si, mucho. Intenta ponerme contenta y tal vez considere jugar.
— Mucho mucho? Lo siento ayer y toda la semana que entra estaré fuera súper ocupado… Pero hoy podemos jugar.
— Eso ya fue un sutil “no molestes”. Y si, mucho, además de que lo que acabas de decir, no te ayuda.
— Claro que no, pero se que te desesperas haha por eso mejor te digo para que no se enoje usted conmigo.
— Y qué harás para convencerme entonces?
— Pues aún no estoy en mi casa pero podrías decirme que se te antoja como para convencerte… Que estés enojada pues no me gusta.
Y el resto es fácil de deducir, aunque le castigué, ninguna foto mía y tampoco webcam. Lo noté desesperarse e insistir para obtener un vistazo de mi. Me preguntó si podía llamarme y no esperó mi respuesta, el celular comenzó a timbrar cerca de las 4 a.m. Su voz, definitivamente su voz me estremecía.
No sé negarme, el placer de ser su Juego puede más que mi voluntad de alejarme.
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