No era la primera vez que le hablaba de “Usted” al chico con el que me acosté. Siempre que se lo decía era en broma, pero en nuestra pequeño juego del sábado por la noche me desconcertó un poco.
— Enséñame algo…Ya me lo gané ¿No crees?
— Ya sabía yo que usted llegaría a este punto… ¿Y yo solo recibí una?
— Pues enséñame algo, para darte más…
— De todas formas te toca darme más… No me tienes muy contenta, solo excitada y dispuesta, nada más.
— ¿Usted? ¿Ya voy a ser ajeno? ¿Respetado? ¿O de qué fantasía se trata?
— Ajeno es. Respetado y fantasía, es la sumisión. Ahí van esos dos.
— Podemos seguir por skype, me es más fácil escribir… Señorita…
¿En qué momento de todo nuestro teatro le hice saber que era mío?… Alguien que me ilumine, porque tal vez lo confundo con “extraño”, mas no le veo sentido. ¿Alguien? ¿Una pista?
Lo mejor de las mentiras es que no son para los demás, sino es como el alzheimer, el cerebro intentando atar cabos sueltos para que la realidad tenga algún sentido, evitar el juicio externo, ya que si nadie lo sabe, normalmente podemos callar las voces de nuestras mentes…
Eres un adorno más en la máscara que cubre su debilidad.
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Pues creo que esa máscara se le viene cayendo de “a poquito”, se le escapan detalles que para el tipo de relación, no concuerdan. Gracias por comentar y ayudarme, Héctor 🙂
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