Recuerdo perfectamente cuando tomó mis piernas y las dobló muy sutilmente, colocó mis pies sobre su pecho y sus manos se posaron en mis muslos presionándome. Me penetró despacio, sentía la forma en que entraba y acariciaba mi interior, salía y volvía adentro llenándome de placer. Podía ver sus ojos perdidos en mi rostro, en cada uno de los gestos que yo hacía mientras él aumentaba el ritmo.
Me fasciné al verlo expuesto y dominado por su deseo.
Me fasciné al sentirlo tan profundo y concentrado en mi cuerpo.
“Abriría mis piernas para él las veces que fuesen necesarias… Solo por ver su rostro inmerso en la lujuria que le provoca mi cuerpo.”
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