Él era mi demonio favorito, yo lo quise de una forma bastante rara.
Siempre fue salvaje conmigo y como adoré eso, su abrupta personalidad, sus manos alrededor de mi cuello dominando y cortando mi respiración, introduciendo más que su miembro en mi secreto, sus ojos me atravesaron el alma hasta provocar orgasmos en todas esas veces que jugamos durante tres años.
Pero no le deseé con el corazón honesto ni le ofrecí cariño, solo busqué su boca entre mis senos no muy lejos de este órgano palpitante para sentir calor egoísta, mordiscos también.
Yo añoro a ese demonio egocéntrico en público, perverso entre cuatro paredes y risueño antes de dormir… Me habría encantado quedarme ahí, junto a él por mucho más tiempo y jugar.
Candysh te querrá siempre demonio consentido, en medio de sus piernas y con un poco de corazón.
Deja una respuesta