Estuve esperando una razón durante meses, algo que me hiciera dormir en paz. Y es que antes de acostarme en la cama le pedía a Dios por ti, y no por mí, y no por nosotros. Solo por ti.
Después me di cuenta de mi tonta inocencia, y es que ya tenías una vida a la que estabas regresando, y yo no era parte del plan.
Yo fui una compañía fugaz, una sonrisa para cubrir la soledad de casi un año lejos del amor, ese amor que siempre tuviste seguro.
Supe que habías mentido cuando creías quererme, supe que habías mentido cuando te alejabas de mí… Pero era más sencillo contarme la verdad y no haberme hecho esperar un tiempo con la duda en el corazón medio roto.
Estoy sanando, pero todavía tengo una tristeza entre ceja y ceja porque no pudiste platicar lo que sucedía, habría llorado en su momento y no nueve meses después.
Habría dejado de esperar, habría pedido solo una última vez a Dios por ti, y por mí lo habría hecho todos los días.
Deja una respuesta