Encontré el color rojo de mis labios convirtiéndose en un tono cereza, apetecible para pedirle que mordiera un poco entre besos, para pedirle que metiera sus dedos por debajo de mi vestido negro y encontrara la humedad entre mis piernas que había sido provocada solo por una charla de arte y su sonrisa.
Siempre he ido por ahí enloqueciendo a causa de la sonrisa de los hombres, pero admito que esta ha sido la más dulce, él tiene hoyuelos en las mejillas, sus ojos se vuelven pequeños y desprende ternura. Tan diferente a las dos anteriores sonrisas de las que me enamoré, de las dos sonrisas que me han roto el corazón.
No estoy lista para abrirle mis sentimientos, aprendí a separar mi Apodyopsis y el corazón, así que lo único que podría abrirle en un par de meses serían mis piernas.
¿Cuántas veces he pensado en cogérmelo?
-«Candysh sufre la enfermedad virgen por cicatrización», susurró la amiga en tono de burla-
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