Jueves con una noche llena para la cafetería y Amaya apenas prestaba atención a las personas que entraban y salían del lugar, ella se encontraba al fondo de la cafetería mirando las fotografías de los nuevos interesados en asistir a un pequeño evento casual del Sótano.
«¿Qué haces querida hermanita?»
«Creí que hoy no estarías aquí, es una sorpresa»
«Me sentía ligeramente aburrido y quise saber si había alguna novedad entre el menú.»
«¿Encontraste algo de tu agrado? Ponte a mirar un poco sino es así.»
Deslizó una a una las fotografías sobre la mesa para ofrecerle a Ayari una vista panorámica de lo que podría degustar en un par de semanas.
«No, tengo a alguien en mente.»
«¿Entonces hoy hallaste algo en el sótano?»
«No exactamente en el sótano; te mostraré.»
Se sentó junto a su hermana y le hizo dirigir la mirada hacia el pasillo que llevaba a los tocadores.
«No te distraigas, verás a una dama en un vestido azul con puntos rojos, observa su cabello, será rizado y brillante… Te describiría más pero ya la verás.»
«¿Es otra tontería que traes en la cabeza? No quiero problemas, no tengo necesidad de lidiar con tu mal comportamiento, no estamos en posición de cometer más errores, Ayari.»
«Es ella. Ahí va mi pequeña, la elegida.»
«¿Elegida?»
Amaya la observó caminar hasta que llegó a la caja y mientras pagaba, la mujer miraba a todos lados con un cierto aire de inseguridad, salió con un café en mano y se perdió entre las personas que cruzaban las puertas de cristal.
«No puedes, ella no. Creí que al pronunciar elegida, sería alguien como nosotros.»
«Carezco de una explicación clara que pueda darte; sin embargo, la quiero. Pon su fotografía para el acceso, es exclusiva, es mía.»
«He dicho que no…»
«Yo también te quiero, hermana.»
Besó la frente de Amaya y se retiró del lugar con la mejor sonrisa que habría tenido en meses, pero ella ponía en duda la cordura de su hermano.
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