Ha pasado tiempo suficiente como para preguntarme sobre ti, encontré tu fotografía bajo unas cuantas que acomodaba nuevamente en la pared.
La miré detenidamente y pensé en todos aquellos mensajes que nos hicimos, en los relatos que inventamos para imaginarnos compartiendo una cama e intercambiando saliva brillante mientras la respiración se volvía agitada.
Recordé la delicadeza con que decías tocar cada rincón de mi cuerpo, desde un beso en mi cuello como muestra de cariño hasta tu lengua delineando un camino entre mis senos para hacerte del sabor que podría tener mi piel.
Extraño leer y saber que estaba entre tus manos buscando paz, también buscando sustituir los huecos que en la vida real, el amor me iba dejando.
Adoraba las palabras que elegías para describir cada acto.
Te adoraba… Te extraño.
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