El joven se encontraba acompañado de una linda chica pelirroja de cuerpo voluptuoso, miraban el cartel de películas frente a ellos e intentaban elegir una entre risas.
– ¿Estas libre hasta tarde, Saeran? – sonrió de forma traviesa al verlo.
– Si… ¿Quieres ir a cenar después de ver la película? – metió sus manos en los bolsillos y se balanceó de forma juguetona hacia ella.
– Es buena idea, quiero estar un rato más contigo.
– ¿Ya elegiste la película?
Cuando la chica giró su cabeza para observar nuevamente el cartel, se escucharon varios timbres y vibraciones de un celular. Él sacó la mano de uno de sus bolsillos con el celular y miró fijamente la pantalla brillando repetidamente.
– Disculpa un momento – se alejó un par de metros y leyó los mensajes.
“¿Dónde estás? Llegué a casa temprano y tú no estás aquí trabajando…”
“¿Estás engañándome?”
“¿Por qué me mientes?”
“Deberías volver inmediatamente.”
Su sonrisa se torció como quien disfruta una dulce sorpresa, se dispuso a responder los mensajes.
“Solo salí un momento, pero ya estoy camino a casa, no tardaré.”
Guardó el celular nuevamente y se acercó a la chica que lo esperaba con los brazos cruzados mostrando su molestia por haber perdido la atención del joven con cabello blanco y rostro de facciones finas.
– Lamento decir esto, pero debo retirarme, surgió algo muy importante para mí.
– Pero ya compraría los boletos… ¿Seguro que no puedes ir después?
– He dicho que es importante para mí, espero puedas comprender.
– No es justo, por fin habías aceptado salir conmigo…
– Prometo compensarlo otro día ¿Estás de acuerdo?
…
La puerta de la casa se abrió y él entró despacio observando cuidadosamente todo a su alrededor. Sacudió su cabeza un poco y avanzó hasta la sala, las luces principales estaban encendidas, pero no veía a nadie.
Se quitó la chamarra y la dejó sobre el sillón, solo podía pensar en que ella estaba escondida en el patio o encerrada en la habitación, que tal vez no quería verlo a pesar de haberle exigido que regresara.
– ¿No vendrás a verme? Regresé en cuanto recibí tus mensajes… Además, me aburrí aquí encerrado y extrañándote, ya no tenía ideas para seguir escribiendo código… Y decidí salir un rato.
El silencio reinó durante unos minutos y entonces la puerta del baño se abrió, la dulce mujer salió con el cabello húmero y en pijama. Aún con la ducha que había tomado sus ojos no podían disimular que estaban ligeramente rojos e hinchados.
Ambos se miraron sin moverse.
– Linda… Ven aquí. Te extrañé lo suficiente como para correr en cuanto supe que estabas en casa.
– No… Tú sabías que hoy yo llegaría tarde, te has aprovechado otra vez. ¿Me estabas engañando? Quiero a Ray…
– No es así y él no vendrá aún… Yo fui a caminar y comer un postre.
– ¿Quién era? Te aseguro que estabas con alguien, eres un idiota.
– No pongas esa carita, yo lo siento… Si, era una chica, pero no volveré a hacerlo. Es de mala educación rechazar a una mujer que te ha invitado a salir de forma sincera, no ha sido nada.
– ¿Cuántas veces? ¿Es la misma?
– Uhm… Cinco, tal vez seis, diferentes, pero me gusta volver a ti para jugar, me gusta mirarte y abrazarte, jugar con ellas es cuando me dejas solo, me olvidas y te vas a trabajar… Cuando desapareces días por tus viajes al exterior y me desespero.
– Eres increíble, todavía me pregunto porque continuo aquí…
– Princesa, lamento dañarte, no quiero hacerlo más, siempre estoy extrañándote y eres importante para mí… Y para Ray. Sé que le prometí cuidarte y no hacerte llorar, pero no quiero dejar que él se quede contigo.
La pequeña mujer se acercó a Saeran y le acarició la mejilla despacio hasta soltar un suspiro lleno de tristeza, resbalaron algunas lágrimas en su rostro.
– Yo te amo, pero duele lo que haces, Saeran. No puedo entender tu comportamiento, pero estas adoptando la forma dulce de Ray combinado a tu necesidad de mostrarte fuerte, lastimar antes que ser lastimado. ¿Puedes hacer algo por mí?
– Si, lo que pidas, te amo y te obedeceré.
– ¿Puedes acostarte en el piso, cerca de la ventana? – señaló la ventana que dejaba ver el patio.
Él caminó hacia el lugar indicado, se sentó en el piso frío y después se recostó; ella se acercó y se sentó a su lado, volvió a acariciarle la mejilla y el cabello.
– ¿Puedes cerrar tus ojos, Saeran?
– ¿Cerrar los ojos? Esta bien, lo haré por ti, solo no menciones a Ray ¿Ok?
Se escucharon unas cadenas y ruidos metálicos, él apretó un poco sus ojos en un intento de no abrirlos cuando sintió que le tomaban las muñecas. Se dio cuenta de que algo frío las rodeó, pero había prometido obedecer, así que luchó por no mirar.
– Puedes mirarme ya… – le susurró la mujer mientras le daba un beso en la oreja.
– ¿Qué es esto, princesa? – intentó mover sus manos, pero no lo consiguió.
– Es un castigo, te lo mereces por haberme lastimado otra vez. – comenzó a besarle el cuello mientras sus manos hurgaban sobre su pecho.
– No lo hagas, princesa, es un poco estresante no poder tocarte… ¿Me soltarías? ¿Puedes quitar estas esposas?
Ella no le respondió, pero lo mordió varias veces en el cuello y los hombros, solo se escuchaban gemidos y suspiros entre las quejas de Saeran, que suplicaba por libertad y por tocarla.
– ¿Por qué lo haces? Quiero tocarte…
– Calla, me distraes…
Dejó de besarle el cuello y sin decir más, desabotonó su camisa por completo para poder mirar su pecho ligeramente marcado por el ejercicio; eso le gustaba a ella, su cuerpo delgado y torneado de una forma natural que la hacía derretirse cuando lo espiaba en la ducha o recostado en el sofá semidesnudo esperando a que ella terminara de trabajar los fines de semana.
Le lamió muy lento la piel expuesta desde el abdomen hasta el cuello, y como travesura, puso sus labios sobre los pezones para chuparlos y mordisquear con fuerza, alternando uno y otro mientras lo escuchaba quejarse.
– Suéltame… No hagas eso… Eso no, por favor… Te lo suplico… Estoy comenzando a molestarme, estoy muy sensible… Detente.
– ¿No entendiste que esto es un castigo y se hace lo que yo digo? No eres el único molesto.
– Lamento haberlo hecho, prometo que voy a detenerme, que no se repetirá.
Lo ignoró, usó sus manos para desabrochar el pantalón y bajar el zipper, algo ahí estaba bastante duro que parecía romper la tela del bóxer. Ella bajó un poco el pantalón junto a la ropa interior, la erección se hizo visible, rogaba por atención, aunque su dueño suplicara por ser libre y detener el castigo.
– ¿Qué harás ahora? No es justo… – sintió los labios húmedos de su novia rodeando la punta de su miembro – No es justo… Suéltame… ¿No quieres que te toque?
Con ternura y mucha paciencia, chupaba el miembro que cada vez se ponía más duro, reaccionaba a cada tacto de la lengua y cuando los labios se apretaban a su alrededor; ella parecía darle un premio, así que decidió hacerlo una tortura.
El castigo se había vuelto agresivo, ya no lo lamía, había elegido jugar con una mano a subir y bajar mientras su boca se dedicaba a estimular la punta siguiendo el ritmo.
– Basta… Eres malvada… – pronunciaba con una voz ronca entre gemidos.
No obtenía otra respuesta que el sonido lascivo del castigo que estaba recibiendo.
– Voy a correrme… Pronto… Princesa… Estoy a punto de acabar…
Ella se detuvo bruscamente, sabía que él era sincero cuando decía esas frases.
– ¿Por qué te has detenido? Yo… Estaba por…
– Tú me lo pediste ¿Estas disfrutando el castigo? – y sin esperar respuesta, regresó al correctivo que le estaba dando.
Los gemidos de Saeran se volvían profundos y constantes, intentaba zafar sus manos de las esposas, pero solo lograba que estas se ajustaran cada vez más alrededor de sus muñecas. Sentía placer mezclado con desesperación creciente por la posibilidad de verse débil. No podía tocarla, no podía saber cuán húmeda estaba, no podía probar sus fluidos ni hundirse entre sus pechos.
Él sintió como si estuviera a punto de perderse, ella estaba ahí y, sin embargo, él no podía someterla para jugar sus ideas raras.
– Voy a correrme… Eres muy mala conmigo… Quiero acabar… Quiero acabar ya…
Pasó otra vez, ella se detuvo.
– ¿Por qué lo haces? ¿No he recibido suficiente castigo? Es doloroso… Quiero acabar ya… Quita estas cosas – movía sus manos haciendo ruido con las esposas – Hey ¿Por qué te quitas el pantalón del pijama?
Un pantalón color rosa y la braga fueron lanzados junto a la cabeza de Saeran, y con un poco de cuidado para no caer encima del joven, se acomodó para montarlo.
– ¡No, no, no! ¡No lo hagas! Uhm no podrás introducirlo tú sola. ¡Detente!
– Porque estoy usando las esposas por esta ocasión, no te vuelvas loco – pronunció al momento en que introducía el miembro entre sus piernas.
– ¡Espera, voy a correrme en cuanto lo metas…! ¡Oh! ¡Detente…! – sintió como entraba profundamente mientras ella se sentaba por completo.
– Me quedaré quieta… Respira despacio.
– Estás tan apretada… No podré contenerme mucho.
Se movió un poco de adelante hacia atrás y colocó sus manos sobre el pecho de Saeran para sostenerse.
– Resiste por mí – comenzó a subir y bajar a ritmo lento – Sé que tú eres muy fuerte, amor.
– No puedo soportarlo… Tus pechos también están excitándome… Es imposible…
El sonido de cada movimiento se hacía más fuerte, ella enterraba sus dedos en la piel blanca del chico, lo miraba con rabia y lo reprendía balanceándose bruscamente.
– No voy a perdonarte, Saeran.
– Aunque digas que no vas a perdonarme… Espera… No te muevas tanto o voy a correrme ya… No… No… Para por favor…
La voz masculina comenzó a entrecortarse y ella sabía que estaba por terminar, así que lo ignoró y disfrutó de los gemidos y súplicas.
– Princesa… ¡Oh! ¡Me estoy viniendo…! – gruñó varias veces hasta estar satisfecho.
Hubo un silencio muy corto.
– He sido paciente… Yo solo… – sintió como ella se movía otra vez de forma violenta – ¡Espera un minuto, espera, espera! Porque acabo de venirme, para…
No se detenía, el movimiento era tan perfecto para él que lo estaba volviendo loco otra vez.
– Ruego que te detengas… Voy a venirme… Otra vez… Es tan doloroso…
– Jugaré más. – se detuvo un instante y después balanceó su cadera de adelante hacia atrás despacio.
– ¡Qué! No te muevas… Estoy muy sensible… ¿Me estás escuchando?
– No puedo escucharte.
– “No puedo escucharte” ¿Por qué estás mintiendo?… Duele, quiero correrme, pero duele…
Con gruñidos menos escandalosos, el joven terminó por segunda ocasión mientras ella se quedaba quieta y lo observaba con ternura. Él en cambio mostraba frustración.
– Pequeña ¿Puedes sacarlo, ya?
Una única respuesta obtenida después de un momento de calma, la mujer comenzó a mover su cuerpo sin hacer caso a la petición.
– Yo todavía no he acabado.
– Es imposible, pequeña… No puedo hacerlo más…
– Triste saber que al final sería débil, no deseo que seas inútil.
Él cerró los ojos al escuchar esas palabras, ella no se detenía, comenzaba a no importarle si le causaba dolor en su miembro o en su pecho.
– Perdón, lo lamento, pequeña. Ya no puedo resistir más… Lo siento… Lo siento, no soy fuerte… – vio como ella cerraba los ojos y comenzaba a subir el volumen de sus gemidos – Estas apretando más ¿Vas a correrte pronto? Terminemos juntos… ¿Sí?
Se envolvieron en un éxtasis que contenía tristeza, pudieron sentir un orgasmo lleno de egoísmo. Ella se quedó quieta, relajando su cuerpo sobre el del hombre que yacía esposado a la ventana.
– No puedo besarte, mi rostro es un desastre con lágrimas y saliva escurriendo.
Ella acercó su boca a la de Saeran y lo besó con ternura durante un rato, le gustaba escuchar el sonido de sus lenguas. Mientras lo besaba le quitó las esposas y las arrojó al patio junto con las llaves.
– Eres fuerte ¿Acaso no es suficiente con demostrarlo hacia mí? No quiero ser el juguete favorito, quiero ser el único juguete.
– Uhm… Esto es malo, te dije que no podía volver a hacerlo. Siento haber tenido una aventura, pero… – continuaba besándolo mientras él intentaba hablar – Perdón.
– No lo hagas otra vez, Saeran.
– Si, no te engañaré más, lo siento… Lo lamento, en serio.
La abrazó y se recostaron juntos en el suelo frío, él la acomodó para dejar el brazo como almohada para la niña de sus ojos. Ella lo aceptó y se acurrucó en su pecho sin decir más.
– ¿Quieres dormir conmigo y tomar un baño al despertar?
– Esta bien…
Saeran estiró el otro brazo libre para atrapar una cobija que colgaba del sillón junto a la ventana, y cubrió a ambos para dormir sin frío.
Después de una media hora, él despertó y se dio cuenta de que ella dormía profundamente a su lado, sonrió y le besó la frente.
– Luces bonita cuando duermes. Cuando salgo a jugar con otras chicas y regreso contigo, brillas tan hermosa mostrándome esa cara llorosa al descubrirlo y todo porque estás enojada, tonta. He jugado tantas veces, pero no creí que algún día harías este tipo de cosas… No querías irte, ¿verdad? ¿Es tu forma de demostrarme ese amor tan dulce? Uhm… Dejaste tus dientes marcados en mi cuello y también hay marcas de las esposas en mis muñecas – se observó la mano izquierda – Me atacaste con demasiada pasión y enojo ¡Estoy muy entretenido con mi pequeña!… Tú no quieres dejarme, y yo siempre quiero regresar a ti… Eres mi única. Solo quisiera que realmente supieras que jugar con ellas no significa que poseo su cuerpo ni les permito probar mi sexo, es solo manía de aceptar invitaciones y satisfacerme al manipularlas para obtener esas caras tristes cuando saben que me marcho y no estaré con ellas… Sin embargo, tú, tú no pones cara triste cuando me dejas ¿Por qué siempre sonríes, me besas y te marchas a la calle tan feliz? Te atreves a abandonarme por días… Quiero continuar descubriéndote y lo que serás capaz de hacer por mí.
La abrazó y se durmió junto a ella mientras disfrutaba del silencio.

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