Capítulo anterior >>> «El deseo de Ichigo»
– Existen muchas habitaciones en este lugar, pero para ti, hemos decidido que la función general será suficiente para que puedas disfrutar.
Él me miraba de una forma fría, sin sentimientos, o al menos ninguno que yo pudiera asociar al humano. Caminó por delante de mí mientras sostenía mi mano para no perderme entre la multitud que se comenzaba a reunir cerca del escenario con telón oscuro. El tacto de su piel contra la mía se sentía helada.
– ¿A dónde vamos?… ¿No es este el escenario? – mi voz se escuchó temblorosa y tuve que toser un poco para recobrar la compostura.
– Si, lo es. Simplemente vamos a la parte alta para tener una excelente vista. Debes agradecer a Ichigo que estarás en la parte privilegiada.
– No es necesario, podemos quedarnos aquí en donde está la mayoría.
– Pequeña Emma, no estas listas para quedarte aquí abajo. ¿Alguna vez has visto si la mayoría no tiene una depravación en la cual te anhelan y pierden el control? Es más, o menos así, aquí no hay restricciones, uhm, si las hay, pero justo esa zona que dejamos… Tiene pocas… Es para aquellos que han buscado la paz en lo profundo de su alma, pero en cambio, se han encontrado conmigo… O con alguien similar a mí.
Las personas comenzaron a despojarse de sus ropas y a bailar muy despacio sin importar a quienes rozaban con su piel desnuda, los cabellos se balanceaban entre las luces y podía ver brillar gotas de sudor que unían sus caminos entre los cuerpos. Él no mintió cuando describió la escena que presenciaría. ¿Acaso mi cabeza podía procesar un momento como este con tanta naturalidad? ¿Qué había de especial en mí para estar en este lugar? Lo miré incrédula, con la boca abierta y seca.
– Esto no debería excitarme.
– Pequeña Emma, puedo solucionarlo.
– No me toques. Esto provoca que me sienta fuera de lugar.
– ¿Ichigo puede solucionarlo? Él se entretiene con mi hermana. Tengo curiosidad sobre tu relación con ese hombre, él busca poseerte, pero tú ya no le perteneces, no en esta vida.
Todo se volvía extraño. ¿Qué era lo que no estaba entendiendo de ese lugar, de esas personas, de lo que este hombre hablaba? Regresé la mirada al escenario. Podía ver a la gente fornicar, disfrutar una orgía, sus gemidos atravesaban mis oídos y tuve que respirar profundamente.
– ¿Cómo vas a solucionarlo? No quiero estar aquí.
– Me alegra oírlo… Hay una larga lista de las cosas que puedo hacer por ti.
– Todo está en dar y recibir ¿Qué obtienes en este intercambio?
– ¿Cuál es tu religión, Emma? – me dijo mientras ponía su dedo índice entre mis labios – Aunque en todas existe un dios que los olvida y los castiga, me tienes a mí.
Quité su dedo de mi boca y bebí la copa de vino en un solo trago. Quería alejarme de ese lugar, no encajaba, no era mi tipo de pecado, no era algo a lo que pudiera darle el poder de romper la máscara de una vida tranquila que tenía al cruzar la puerta de mi casa.
– He dicho que no quiero estar aquí.
– Vamos a una habitación, buscaré la más tranquila para nosotros. – tomó nuevamente mi mano y trató de llevarme con él.
– No, quiero salir. Aire fresco. Estoy sofocándome.
– Esta bien, te sacaré del lugar por ahora… Cuando termine el evento, nos reuniremos con tu amigo y mi hermana.
Escaleras arriba, podía sentir como la brisa de la noche empezaba a relajar cada uno de mis músculos. Yo no podía entender qué era ese sitio y por qué Ichigo había aceptado asistir y pedirme que le acompañara si ni siquiera estaría a mi lado. Me habría sentido segura, pero en cambio me abandonó a la suerte de dos desconocidos que administraban un sitio peculiar, al que no quería regresar… Por ahora.
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