Un viernes cualquiera

Desde que empecé a quererme por lo que soy y en lo que puedo convertirme, desde que estoy amándome por mi esencia… Cada viernes se ha convertido en algo simple, en beber una cerveza o copa de vino mientras hago el aseo a eso de las ocho o nueve de la noche, en bailar música de los ochenta y pensar qué historias podría escribir.

Es haber descubierto que puedo emborracharme hasta morir y no lo estoy haciendo porque quiero olvidar, sino porque quiero divertirme y sentir cosquillas en mis mejillas sonrojadas… Sin embargo, ya no necesito beber cada fin de semana hasta perder la noción de mi existencia…

A esto le llamo crecer y no por la edad, sino porque aclaro mi cabeza y ordeno mi vida, porque descubrí que soy suficiente para mi misma y me acepto tal cual. Esto no significa que justifique mis errores, sino que estoy consiente de que los podrías cometer y lo pienso un poco más antes de elegir la ruina.

Aprendí mucho después de perderte, cuando tu vacío en mi rutina se hizo tortura.

Gracias por enseñarme acerca del amor propio, cariño. Te amé.

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