Capítulo anterior >> El disfraz de mi novio I
El timbre de la casa resonó hasta mi habitación, así que con un disfraz de bruja en vestido negro, tomé el sombrero, mi mochila y salí corriendo hasta la entrada; al abrir la puerta me llevé la más extraña de las sorpresas que no pude disimular en mi rostro.
Había un divino disfraz de mucama frente a mí, bien hecho, delicado… Puse mis manos sobre el pecho, tela suave… Llevé mi mirada hasta el rostro enmarcado por un cabello rojo y largo para descubrir esos ojos pequeños y pícaros detrás de los lentes de diseño excéntrico. En realidad, todo él era excéntrico, esos accesorios solo serían un «plus».
– Eh… Uhmm… ¿Bruja manitas largas? – se sonrojó.
– Eres tú, de verdad, eres tú… No sé porque me sorprendo si… vi tu foto de hada… mi-hada…
– ¡Epa! No seas grosera, vengo recién duchada… O sea, bebé, por ti me estoy bañando diario…
– ¡Joder, muchacho!… Es todo un honor… – le di unas palmadas en el pecho.
– Madam Vanderwood te lo agradece…
Reí bastante fuerte al escucharlo, siempre era sincero y no le importaba la forma tan directa de decir esas cosas. ¡Era taaaaan él!. Le besé la mejilla y en señal de paz tomé su mano para irnos en el llamativo auto hacia la lejana casa de V, ahí nos reuniríamos con el resto de los integrantes; los extrañaba después de una semana sin entrar al Messenger porque tenía un proyecto importante en mi nuevo trabajo.
Mientras íbamos en el auto con música a volumen moderado, lo observé nuevamente y muy, muy despacio, ya se me había pasado el shock de que mi novio estuviera disfrazado de sirvienta y comenzaba a imaginarme lo que podría descubrir debajo de esa falda. Debía admitirlo, él era sexy en lo que usara, hasta la bolsa de basura le lucía.
Puse mi mano en su muslo y sentí tibio, a pesar de las ventanillas ligeramente abiertas él no tenía frío. Al sentir que lo tocaba, él desvió la mirada por un par de segundos hacia mi mano, mi rostro y de nuevo al camino.
– ¿Qué servicios puedo solicitarte, linda señorita?… – seguí acariciando su muslo.
– Oh… ¿De limpieza? – se sonrojó – si, si, usted puede llamar al 707 123 y pedir su limpieza exprés.
– Llamando al 7… 0… 7… 123
– Le atiende Seven Zero Seven limpieza mágica…
– Dígame ¿Qué tipo de limpieza hay?… – moví un poco más mi mano provocando que la falda se subiera dejando al descubierto su pierna.
– Cua-lquier tipo de limpieza… Aprendí de Madam Vanderwood los mejores truc-os. – mi mano rozaba su piel.
– Esta vez podría ser yo la agradecida con Vandy si en serio resultan ser los mejores trucos… ¿Acaso te puso a lamer los vasitos de flan antes de lavarlos?…
– Brujita mala.
En esos días me di cuenta que era fácil molestarlo y ponerlo nervioso, al menos yo podía hacerlo. Me aprovecharía… Porque sinceramente pocas veces nos habíamos acostado, él era del tipo dulce, acaramelado, él prefería dormir abrazado toda la noche aunque al siguiente día amaneciera sin brazo; eso vencía a mi bajo instinto y me derretía en un sueño profundo, pero no esta noche, aquí no había cama en la cual acurrucarse.
– Requiero un servicio de limpieza especial… – comencé a acariciar la piel de su pierna con mis uñas.
– Me estás distrayendo, es peligroso.
– Claro, si vas a más de 130 km/h, obviamente es peligroso…
– Brujita no seas brusca, ya estoy sintiendo tus arañazos… Soy tímido, se amable – no quitaba la vista de la carretera.
– ¿No estamos lejos de la casa de V, cierto?
– Cinco minutos….
– Detén el auto, aprovecharemos que la carretera esta desierta…
Comenzó a bajar la velocidad hasta detenerse a lado de la carretera, cerca de unos árboles. Su cara era pura desconfianza al mirarme, él aún no quitaba las manos del volante.
– ¿Para qué… nos detuvimos?
– Para mi servicio de limpieza especial… Hiciste que me mojara.
– Oooh…
…
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