Un juego para tres – II

El beso entre los dos chicos se volvió lento y sugestivo.

Jumin aún estaba entretenido en el jugueteo que tenía con la deliciosa lengua de su compañero.

La respiración agitada de Zen rompía el silencio de la habitación mientras rezaba para que nadie entrara por alguna de las puertas y los encontrara en pleno acto, sin oportunidad de mentir o tirarse al suelo lejos del millonario fingiendo una discusión, una alergia, cualquier estupidez.

¿Mentir? Se preguntó a si mismo… No, no había manera de mentir sobre la nueva atracción que había brotado por el tipo sin sentimientos que justo ahora lo acorralaba.

Las manos de Jumin comenzaron a explorar el torso del actor por encima de la camisa negra, pudo comprobar que se mantenía en forma tal y como presumía todos los días en las conversaciones del chat. Pensó que sería interesante obligarlo a quitarse la prenda en ese sitio sin importar lo de alrededor, tal y como lo hacía con su querida MC… Sin embargo, la diferencia en este juego fue la obediencia, su hermosa novia era digna de un premio a dicha virtud, era la sumisa más dulce que había encontrado, en cambio el hombre al que besaba no tenía ni la mínima intención en ceder.

Sería un reto al que su lógica y deseo no le veían inconveniente, tal vez su bella novia podría aprender del rebelde un par de actitudes que le excitarían.

Si el control lo era todo para el adinerado hombre, causaba una mayor satisfacción tener un diamante en bruto que pulir; un ejemplo de éste hábito era su adorable novia, ella también estaba siendo embellecida y educada.

Zen estaba perdiendo su moral con cada roce que le proporcionaba, pues la mano de su rival se estaba deslizando sobre su pierna cada vez más arriba y por la parte interna del muslo, así que actuó de forma brusca para quitárselo de encima: le mordió el labio inferior con fuerza.

— ¡Duele! — Jumin se alejó por completo de Zen mientras se tocaba el labio descubriendo sangre — ¿Qué le diré a MC cuando vea mi herida?

— Lo tienes bien merecido, imbécil — acomodaba su abrigo de nuevo.

— ¿Por qué todo quieres solucionarlo usando violencia? Pudiste pedir de forma decente que me detuviera.

— ¡Jaaaa! ¿Lo habrías hecho?

— No abuso del poder, Zen. Parece que no me conoces después de varios años —tomó una servilleta para limpiar el labio que poco a poco se ponía hinchado.

Aún debían salir para la foto y pasar más rato con el resto de los miembros. Sin embargo, su pensamiento se centró en que había conseguido un avance diminuto de lo que traía en mente, la probabilidad y el factor sorpresa habían jugado a su favor; tal vez alguien más perdería una simple apuesta y tendría que pagarle.


El patio era un pequeño desastre con Yoosung y Saeyoung, intentaban ordenar las sillas y el telón que iba detrás de estas, para el pelirrojo eso de ser un agente quedaba en duda, solo le funcionaban los dedos para teclear, y el rubio estaba siendo impaciente gritándole una serie de regaños.

— ¿Dónde están aquellos dos? ¿Crees que estén discutiendo? — le preguntó el fotógrafo a la castaña favorita.

— No lo sé… Si estuvieran discutiendo, tal vez Jumin ya se encontraría justo a lado nuestro ¿No crees, Jihyun?

— Si, si, tienes la razón, no tolera perder el tiempo en discusiones, MC. Ya lo estás conociendo bastante.

— Poco a poco abre su corazón — se sonrojó al hablar del tema — No ha sido fácil, pero fue él quien me ha permitido observar a su verdadero ser, dice que puede existir el alma.

— ¡Vaya! Eso es muy abstracto, creí que era yo a quien le gustaba lo profundo…

— ¡Oh!… ¿Te gusta lo profundo, Jihyun?

Ambos rieron, estaban perdiendo el tono serio de la charla, pues las copas de vino habían relajado a la mayoría de los asistentes. Finalizaron la organización del pequeño escenario, cuando por fin salió al patio Zen y se acercó a Jaehee para saludarla como era debido, un dulce abrazo y diciendo que le firmaría el nuevo póster que la señorita había adquirido. La asistente de Jumin junto a Jihyun se dirigieron a ver la obra maestra del par de jóvenes que aún gritaban.

La castaña vio a Zen solitario a punto de fumar un cigarrillo, sonrió para si misma mientras caminaba hasta donde él se encontraba impidiendo su vicio. Le frotó el brazo para saludarlo y luego lo pasó por la cintura para abrazarlo; él fue tomado por sorpresa y se sonrojó un poco, la mujer no solía comportarse tan cariñosa, aunque podía deberse a que su frío novio no estaba rondando alrededor como una molesta mosca… El tipo se había ido al baño para atender el incidente en su labio, que bien merecido lo tenía, pensó el peliblanco.

— ¿Lograste cenar algo? Dejamos comida para nuestra sexy estrella.

— ¿Me has dicho sexy? ¿Oíste eso imbécil? ¡Ja! — hizo una mueca de triunfo y luego acarició la cabeza de la chica para abrazarla después.

— Seguro le han zumbado los oídos… — MC le pasó el otro brazo para atraparlo por completo.

— ¿Tienes frío, princesa? ¿Quieres mi abrigo? Puedo dártelo.

— Estamos bien, tú eres cálido.

Detrás se escuchó a alguien toser de forma obvia para captar la atención de ambos.

— ¿Por qué tienes las manos sobre mi mujer, Zen?

— ¡Idiota! Ella te ama, en realidad no te queda decir esa tontería. — siendo muy dulce, deshizo el agarre de la mujer — No seas dramático, destinado a CEO… Sé que me tienes envidia y te causo inseguridad, soy la belleza que no puedes poseer.

— Eso me deja pensando, Zenny… — pronunció MC.

— Me siento molesto, estamos juntos en esta reunión y ella esta abrazando a otro hombre — ignoró las palabras del albino.

Tomó la mano de la mujer para alejarla unos pasos del otro hombre y muy despacio le susurró al oído mientras sus ojos se clavaron en los rubíes que poseía su contrario.

— Saliendo de aquí, iremos directamente a casa y te haré mía toda la noche.

La joven sintió un calor en su cuerpo luego de escuchar la voz de Jumin recitando su deseo; Zen solo apretó los labios, no sabía de qué forma interpretar lo que había oído, porque se dio cuenta de que esa era la intención del ricachón. ¿Acaso MC no se percató de que él aún estaba ahí presenciando la íntima declaración?

Jumin
«Hasta que quedes satisfecha, cariño.»

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