Ella se desnudó de manera lenta frente a la tina de agua caliente con sales que dejaban un aroma dulce en la habitación, necesitaba relajarse después de haber lidiado con algunos detalles de trabajo que sencillamente no le quedaban y tampoco quería que su novio se viese envuelto para dar solución.
Su plan en ese preciso momento era quedarse ahí hasta que los músculos se relajaran sin importar que la piel se le arrugara o llegará su acompañante para cenar juntos, así que sin más preámbulos, entró a la tina y se perdió en aquella burbuja cubriendo sus ojos con una pequeña toalla.
Jumin habría llegado cinco minutos después de que la castaña se metiera al agua, así que al no verla rondando la sala, la cocina ni la habitación, optó por buscarle en el baño principal; tocó muy suave la puerta, pero no hubo respuesta y decidió entrar con sigilo.
La descubrió con los ojos cubiertos y totalmente relajada en el agua, no la molestó y prefirió traerle un vino suave para acompañar su descanso. Lo colocó en una pequeña mesa junto a la tina y sirvió dos copas, bebió un poco mientras aún la miraba ahí perdida en el agua llena de sales.
Un par de minutos más y ella se quitó lo que cubría sus ojos, toda una sorpresa ver al ejecutivo de pie con la corbata floja y su copa, la estaba observando.
── ¡Llegaste!
── Lamento haber interrumpido, cariño.
── Me pone feliz verte.
── Querida, estoy ligeramente obsesionado con el hecho de que deseas bañarme… Tengo dos manos para hacerlo, pero requiero las tuyas.
── De vez en cuando puedo consentirte esa obsesión… Ven aquí, lavaré tu espalda.
El joven dejó su copa y quitó su ropa, prenda por prenda, mientras la mujer se deleitaba con el espectáculo siendo consiente de cada detalle y lo humano que era aquel millonario al que describían como robot por no mostrar sus sentimientos.
Estaban en la tina de baño mirándose uno al otro y jugando con la espuma mientras el vino olvidado en las copas de calentaba. Eran esas las tardes en que Jumin pasaba tiempo de calidad con la castaña, tiempo en el que consideraba se sentía más libre que si eligiera un viaje de vacaciones al algún viñedo exclusivo. Tal vez si estuvieran en una ducha normal aún sería especial si ella se queda con él.
La pequeña mujer acarició con su pie el muslo derecho del joven, quien dio como respuesta una sonrisa ante el atrevimiento de tocarlo sin haber pedido permiso. Sin embargo no estaban en la clase de obediencia que hacía poco comenzaron, él metió la mano bajo el agua y guió de forma delicada el pie de su novia hasta la entrepierna, quería un suave masaje.
── Ponla dura, cariño y será tuya.
── Antes deberíamos ducharnos, el agua se nos va a enfriar… ── y un poco dudosa se atrevió a decir ── Temo decir que tampoco me has dicho qué sucedió el día de nuestra reunión para la foto con V…
── ¿Por qué deseas saberlo?
── ¿Por qué no quieres decirme?… Yo…
── Amor, no deberías sentirte insegura, mi corazón está puesto en ti ── se acercó y la atrajo para acunarla en su pecho ── Está experiencia se deriva de tu curiosidad y me vi en la completa disposición de saciarte luego de nuestra larga conversación hace un mes… Debería ser yo quien tenga el temor, pero en cambio me has demostrado tu amor genuino que la conexión física es solo una parte más de nosotros.
── ¿Insegura? Es curiosidad, me prohibiste espiar. Amarte es toda una aventura, ahí afuera creen que eres aburrido y que tus chistes son malos.
── Sabes que no me interesa la opinión pública, mucho menos ahora que tengo a una persona de gran valor acompañándome en esta vida.
Ella correspondió a esas palabras con un beso suave en el que degustar la saliva del hombre era su parte favorita. Se colgó del cuello con ambos brazos para juntarse por completo al ejercitado torso que Jumin disimulaba bajo las camisas a raya, esas que solía usar todas las mañana; si él ya era codiciado por mujeres exquisitas, de saber su físico brutal y su apetito sexual…
Detuvo el pensamiento, eran ellos dos y nadie más.
Así que volvió a centrarse en ambos, adoraba ese cuerpo esbelto, ya lo conocía de inicio a fin y él sabía de cada rincón que existía en su compañera, pero ahora quería apreciarlo siendo la tercera en cuestión y su novio había aceptado con dificultad, ésto a pesar de haber dicho que le cumpliría todo lo que ella deseara. Jumin Han jamás imaginó que «uno más» en su estable relación era lo que la castaña pediría.
── Mi pensamiento no estará sosegado si tú has dicho sentirte consternada por no saber, por lo cual te diré lo que sucedió.
── Es que… Podríamos decirle simplemente; así la curiosidad no carcome mi interior.
── ¿Y quitar la diversión de fastidiar a Zen? Ya revisé las probabilidades y sus posibles respuestas… Elegí usar sus emociones junto al factor sorpresa a mi favor. Él es terco si se trata de dialogar.
── Pude haberlo hecho yo…
── Tú ya le gustas. El problema soy yo.
── ¿Estás experimentando los celos?
── Al inicio no comprendí porqué lo querías a él. Admito que sentí incertidumbre y pensé qué algo me faltaba… Pero eres tan paciente que supiste explicarme tu deseo cada vez que yo volvía a dudar.
── ¿Te ha gustado lo que hiciste, amor?
── Lo he besado, cabe destacar que el hombre es atractivo, pero en misma magnitud lo es de desobediente. También me permitió tocar su pierna y su torso. Te describiría su torso, pero es seguro que lo recuerdas perfectamente después de que colgó la fotografía con exceso de piel expuesta en el chat. Todavía pienso que es obsceno.
── ¿No me digas que también te apetece vestirlo? ── se le escapó una ligera risa ── Puede que te llamó la atención, es un reto ¿No?
── Me conoces. Conoces mis fortalezas y debilidades, tienes un mapa completo de mi corazón, no literalmente, claro. Lo pronuncio de forma romántica.
El joven aún se expresaba con lógica, y si tendía a hacerlo de forma figurativa, siempre se lo hacía saber; esas peculiaridades del hombre con traje la hacían enamorarse más.
Lo que continuó fue lavar el cuerpo de su novio con esmero y delicadeza; tenían planes a futuro y él no deseaba vivir con ella sino estaban en matrimonio, aunque tampoco la quería dejar mudarse mientras se casaban; era su pequeño martirio no tenerla en un sitio controlado.
── Juguemos una broma, princesa.
── ¿Broma? ¿Tú? ¡Ayuda! Me han cambiado a mi novio…
── ¿Le dicen exageración?. Dame tu celular…
── Toma…
── Zen… ── oprimió el botón de «llamar» ── Shh… No hables cariño.
El altavoz dejó escuchar al peliblanco respondiendo y ahí lo dejó.
── Así cariño, lo estás haciendo perfecto… Abre más las piernas… Uhmm ~
La castaña se quiso reír, mas fingió un gemido para dar realismo.
── Ahora baja lento, quiero que disfrutes cada centímetro entrando… ¿Me estás oyendo?…
Jumin de verdad se estaba tomando en serio el papel para hacer caer a quien tenía unos rubíes como ojos, en la broma y también en la cama de la pareja para cumplir la petición de su princesa.
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