¿Cuántas personas lo habían subyugado? Solo una, aquella que tenía frente a sus ojos en ese instante.
── No olvides que te amo y que soy el único que cuidará de ti sin importar las veces que te equivoques, yo seré quien adore tus errores y te enseñe con paciencia la forma correcta de estar a mi lado.
El joven colocó el pulgar sobre los labios suaves de su acompañante, le acarició con delicadeza y degustó de la humedad que había en ellos causada por un beso previo.
── Recuerda que estamos enamorados… Tú no necesitas más, y de ser así, yo te lo daré.
Las palabras solo resaltaban la inseguridad del hombre por perder al ser que logró abrirse espacio en sus enredados hilos y no huyó.
Pero poco importaba, prefería la sensación de control y superioridad, un amor dominante.
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