Hacía tiempo que había iniciado con aquel proyecto en el que arreglar motocicletas se transformó de un pasatiempo a su trabajo, sin importar que económicamente solo brindara lo preciso para sobrevivir al ex pandillero con tatuaje de dragón.
Era un estilo de vida del cual no se quejaba aunque tampoco se adaptaba rápidamente; sin embargo de alguna forma le causaba curiosidad y gracia el que Inupi hubiera elegido quedarse con él para tener una existencia pacífica y normal, estaba claro que no tendrían ni una pizca del dinero que Koko era capaz de fabricar. Tal vez la simple compañía era lo que ambos necesitaban para sobrellevar sus vacíos.
Y así, como cualquier otro día de verano, estar en el taller pasado el medio día se volvía pesado y caluroso, pero llevadero uno junto al otro.
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