Echada en la cama y mirando las figuras amorfas imaginarias en la superficie rugosa del techo, recordó los pocos años que compartió con el extraño detective de la A.D.A. y sonriendo supo que no muchas cosas habían cambiado desde que desapareció.
Ella todavía murmuraba su nombre.
Ella se puso a hablar con la almohada a lado de su cabeza, el sitio donde Dazai reposaba su cabello castaño todas las noches…
Guardé tus vendajes nuevos en la parte alta del clóset, porque roban espacio en los compartimientos que sí alcanzo; tú claramente llegas a todos los rincones de este pequeño departamento.
Reorganicé todos los malditos muebles de la cafetería, a excepción de la barra, esa no es como que pudiese reconstruirla en otra ubicación del local… Me acabaría los ahorros para el viaje que planeamos a la playa. Porque si recuerdas la fecha ¿Cierto?
Espero que no vayas a molestarte. He ido de excursión al bosque junto a Atsuhi-kun; recolecté suficientes hongos para tus absurdos experimentos de suicidio… Pero me arrepentí, ya están en la basura.
Racioné los chocolates que como al día, esos en forma de conejito. Lo lamento, fuiste el culpable de ese adictivo gustito.
Hoy también he charlado con Chuya-san, nunca dejará de gastar dinero en vinos que cuestan lo que un edificio. Pero es mi cliente número dos, no hay día que no pase por su café barato. Siempre serás el número uno, ¿vale? mi favorito.
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