¿Cuántas veces ha escuchado de esa bonita boca que es «especial»?
Es repetitivo, ella recibe amor, se vuelve vulnerable, huye, regresa y entonces ya no hay más cariño, y se ata a la sensación del abandono. A la culpa por haber permitido que alguien se tornara especial para ella también.
Importante, a largo plazo. Por desgracia, memoriza cada maldito detalle.
Sentada a la orilla del puente mientras balancea los pies en un juego inusual, se imagina cómo es que sería volar y repentinamente recibir un disparo. Ser cazada y morir de forma abrupta. No está segura de si daría tiempo para pensar en quien amas o si solo sentiría el dolor de la herida arrancando en suspiros la vida.
Si se inclina y deja que la gravedad haga de las suyas con ella, entonces podría pensar en lo que quisiera mientras alcanza a la corriente de agua y consigue una muerte instantánea. Sin embargo, es poco tiempo y Asai tiene mucho qué recordar solo para sentirse más miserable.
Por ese motivo yace en el asfalto a media noche, cuando los autos que transitan son pocos y sus faros probablemente no la descubran.
Suspiró, está lista para soltarse de aquel. Aferrarse a respirar para que la mire nuevamente le ha resultado en un dolor insoportable.
Llanto nocturno.
Eri sonrió satisfecha.
Ha vivido suficiente.
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